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Marc Vidal. Contra la cultura del subsidio. La Microburguesía low cost y su escasa iniciativa empresarial. 2010. Gestión 2000.
Me había propuesto presentar el libro de Marc Vidal, haciendo un resumen al uso o escribiendo la información de su contraportada. Después de pensarlo, mi deseo es que sea el propio autor el sea el que hable sobre su obra. Comenzaremos por un vídeo de una entrevista realizada tras su presentación.
Siguiendo con lo que he comentado, quiero ofrecer una serie de interesantes extractos sobre el libro, más concretamente del capítulo 8:
El clima empresarial
"A los que se ponen al volante de sus propias vidas, ya sea con su propio negocio o como emprendedores por cuenta ajena (aquellos que asumen como suyo el proyecto de otro) les esperan cuestas y curvas que muchas veces impulsarán con fuerza el deseo de renunciar. La verdad es que no hay son fases y situaciones que te pueden acercar o alejar de los objetivos. [...] Todo empieza con un sueño que asume un visionario, continúa con un promotor que pone en marcha ese sueño y un gestor que lo rentabiliza. Habitualmente un proyecto que arranca lo hace de la mano de una sola persona. Es imposible que un individuo reúna esas tres virtudes. Emprender es saber pactar y asociarse, algo que nuestra cultura del subsidio nos impide de origen un que a menudo supone un cambio de paradigma." Pág. 64.
"Pero como he dicho antes, emprendedor no sólo es quien monta empresas, lo es también quien actúa como tal, quien adopta el riesgo vital en su día a día y se niega a dirigir los titulares diseñados para compartimentar adecuadamente para nuestro cerebro: buenos a un lado y malos a otro.
Otra de las características del emprendedor y de sus posibilidades es su apellido, que le condiciona mucho. Si fracasas una primera vez en un proyecto de emprendeduría y te llamas Gómez o García estás acabado para el resto de tus días. Si por el contrario, como hemos visto en el capítulo anterior, te llamas Zenden o Hamilton, se te incluye en un selecto grupo de los experimentados que se arruinaron una vez y, se presupone, han adquirido conocimientos de los riesgos que tiene emprender.
Tengo un amigo que es emprendedor desde los 16 años. Ahora factura más de cuarenta millones de euros fabricando mil productos distintos, pero empezó empapelando pisos. Un día me dijo: "Los que quieran seguirme que vengan, algunos no pensamos parar".[…]
Con él hemos hablado muchas veces de lo difícil que es emprender siendo español. Son cosas distintas. El españolito tiene una manera de entender la ayuda muy particular. Espera el mantel, los platos y los cubiertos puestos, la cena en camino y la tele puesta. Antes, dice mi amigo, no era así. Se esperaba poco, se iba uno a buscar todo y si la cena estaba por hacer uno se ponía a hacerla.
El camino está plagado de piedras, pero ha que empezar por algún sitio. Aquí es más difícil, pero se puede. ¿Cómo se hace? Pues con valor. Enfrentándonos a la regulación excesiva, a la crisis financiera, a la propia recesión, al círculo vicioso de los protocolos… Es necesario que esta sociedad descubra la verdadera oportunidad digital, la renovable, la de escuchar los clientes descontentos de nuestra competencia, la de ayudarse colectivamente para hacer ejecutivo el control de costes, la de acumular eficiencia, la de retener el talento alrededor del propio emprendedor, la de aliarse con el enemigo si es precios, la de transaccionar con proveedores la de revisar si un modelo d negocio se ha quedad obsoleto y la de apostar por los cambios que lo puedan visualizar cuente lo que cueste, aunque lo cueste todo y te lleve al cierre, pues de la quiebra podemos aprender lo necesario para el próximo proyecto.
Esta sociedad está paralizada. Lo demuestran muchos elementos. Sería interesante mirarse al espejo social y descubrir si nosotros mismos estamos hieráticos.
[…]
En España vivimos en una especia de tránsito lisérgico, un chute contable que basa sus resultados en la inyección indigesta de dinero inexistente por parte de las estructuras públicas. No obstante, el Estado está incapacitado para seguir donando dinero después de derrocharlo en mantener estructuras inservibles en pleno cambio de modelo económico global.
Si antes, como hemos visto, ya no lo invertía en el arquetipo de emprendeduría, ahora es aún menos posible. Es muy probable que los gobiernos, el nuestro en particular, sigan inventando planes nuevos cuyo objetivo sea transmitir confianza en el consumo y en el crédito, pero cada vez con menor insistencia. Siempre será más fácil y menos traumático para esos estadistas de segunda que dirigen el mundo no tomar decisiones complejas y apostar por dinámicas de estímulo económico que simulen buenas tasas en unas tablas.
Los titulares mantendrán esa realidad inducida mientras el ciudadano seguirá perdiendo propio terreno. Ninguno de esos estímulos económicos llegará al sector empresarial privado de manera efectiva. No lo hizo antes y no lo hará ahora." Págs. 65 - 66.
"Vemos lo que ocurre en nuestro país como ejemplo extremo. A finales de 2010 rondamos los cinco millones de demandantes de empleo. En concreto, hay más de un millón de familias que están sin ningún miembro trabajando, otro medio millón de familias que están sin ningún miembro trabajando, otro medio millón de trabajadores entre un ERE y la pared, un millón de jóvenes a quienes se la trae al pairo trabajar, estudiar o pasear, y un millón de personas mayores de 50 años en paro y que, con toda seguridad, ya jamás encontrarán trabajo.
A cambio, los sindicatos acometen movilizaciones de cine mudo y el Gobierno confiesa que prepara más "paquetes de estímulo". Ésa es la nueva trampa. Es habitual. La mayoría de la gente continúa esperando que el Estado los identifique como ciudadanos débiles, les reduzca su criterio individual, les conceda una plaza en la incubadora social, les muestre las ayudas posibles, les conceda soporte y les recorte libertades. Al depender de más ayudas, el ciudadano cada vez tiene menos opciones de autogestión." Pág. 67.
"Existe una esperanza: ese nuevo tejido de emprendedores vinculados en gran medida a la nueva economía y a la nueva percepción filosófica y cultural de la existencia, que es capaz de funcionar sin elementos nacionalizados, que no precisa de subvenciones o ayudas que coarten, que se adapta a las situaciones difíciles y que apueste por la gestión imaginativa. Esa nueva raza de los expulsados del sistema que prefiere pasarlas canutas en su propio proyecto que humillados en el de otro.
De esta crisis saldrán cosas buenas. Hay países que ya lo están viviendo y estoy convencido de que nosotros también lo lograremos. Tarde o temprano la clase política purgará sus pecados; es cuestión de tiempo, la clase financiera va a ver cómo se le estrecha el pasillo, la aristocracia sindical quedará en evidencia, las patronales demostrarán su inmovilismo y, por fin, una nueva clase emprendedora y capaz se pondrá a apostar por sí misma, principalmente porque no le quedará otro remedio.
Esperamos que las trabas y los obstáculos de las clases dominantes no sean demasiado robustas. Roguemos también porque la masa social despierte y acompañe a los que cada día se lo juegan todo en nombre de sí mismos pero en beneficio de la colectividad." Pág. 68.
Por último, convendría mostrar unas citas sobre el innovador concepto acerca del "Emprendedor Social", que da en su capítulo 19. Se podría decir que incluso se esté autodefiniendo; ya que Marc Vidal es analista económico especializado en la Nueva Economía y en la actualidad es socio director de Cink, empresa pionera en la gestión profesional de Redes Sociales, a nivel europeo.
El emprendedor Social
"
Bill Drayton, fundador de
Ashoka decía que "los emprendedores sociales no se quedan satisfechos repartiendo pescado, ni siquiera enseñando a pescar. No descansarán hasta revolucionar la industria pesquera". Seguramente por ello se definen como otro tipo de emprendedor, muchas veces ni eso.
Suelen ser una especie de líder social que tiene una enorme determinación por cambiar una situación, que identifica y aplica soluciones prácticas a problemas sociales combinando innovación, captación y de fondos y oportunidad. Lo más curioso de este tipo de emprendedor es que la mayoría de las veces ni siquiera tiene conciencia de su condición.
El emprendedor social es ambicioso porque afronta problemas estructurales y se guía por su "misión";, la de generar valor social y no riqueza. Suele ser gente que maneja bien las fuerzas del entorno que le rodea pero con estrategia integradora y generando compromiso. Son gente ingeniosa que, al no trabajar en un entorno empresarial, deben movilizar recursos de todo tipo.
Este emprendedor es distinto. Se centra en la generación de valor social, innova y comparte sus procesos, considera que esto beneficia el proyecto. No espera la seguridad que aporta algún tipo de canal de liquidez o recursos, considera que no tiene tiempo y se pone en ello igualmente.
[...]
La diferencia entre el emprendedor tradicional y el social es que el primero se rige por el valor económico como algo prioritario y el valor social es un medio más que un fin. En el caso del emprendedor social es al revés, lo prioritario es el valor social y el económico pasa a segundo término. La visión del proyecto en el emprendedor tradicional es personal y el concepto cliente es algo claro e identificable. En el emprendedor social la visión es social y asociativa, y el cliente es algo parecido a un usuario." Pág. 131-132.